participar@santiagodemolina.com (SANTIAGO DE MOLINA)
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgerWZhYECjkuWJMeUirBqiYVONJjaUqGhSm7-ByEnzs8GgwEmInWO9bSNqIGHL-tKcLna9f3N_9ftc5ITIrILq4MtJ5rw7rNWsySAL0BxFAkwtuw7uY1Ir5ML08JXDet8O8nenItBp0H_s5dQDBhm4kR22ZIUI6vncQZJEWW-_GadcWeWDbfmrEmhdoGA/w1200-h630-p-k-no-nu/Adams%20Dennis,%20Los%20zapatos%20de%20Malraux,%202012.%20Imagen%20Fuente%20desconocida.jpg
El algoritmo acabará arrinconando a André Luçat, a Norma Merrick Sklarek y a Viljo Revell al ostracismo. No hay un museo imaginario posible de obras maestras minoritarias. Tarde o temprano, el algoritmo acabará con el mundo de la diversidad cultural y de los márgenes, por el simple motivo de que selecciona con un criterio fundado en visualizaciones o clics. La viralidad no construye obras maestras. Ni ayuda a conservarlas en la memoria. En el territorio de la calidad el algoritmo anda perdido como un topo en mitad de la arena del desierto.
Bajando en el scroll de la pantalla, y ante nuestros ojos, vemos pasar la misma y repetida imagen. Fuera de nuestro alcance se van quedando progresivamente las obras maestras menores, los matices de sus plantas y las rarezas del gusto de los frikis y de las minorías. Spotify, Netflix o Pinterest suprimen sistemáticamente la periferia y los bordes. El turismo y la posibilidad de descubrir obras limítrofes guiados por un algoritmo, dejarán de lado la visita a los palazzi de Alessandro Specchi o al exotismo de William Chambers. El discurso hegemónico se vuelve entonces de un imperativo dictatorial. Pronto Robert Smythson será corregido como Smithson. Ya ni Philibert Delorme merecerá el calificativo del mayor de los arquitectos franceses del siglo XVI… Ni siquiera si el número de frikis se vuelve considerable, es decir, rentable, tendrán cabida en el top ten de turno Albert Laprade, Elizabeth Wilbraham, Rodolfo Fioravanti o Guillaume Gillet. Tal vez la Wikipedia sea el refugio. O ese viejo invento, ya poco visitado para su fin original, que fueron las bibliotecas.
Cuando el mundo de la diversidad celebra prácticas que enfatizan la importancia de la diferencia en la creación de lazos de solidaridad, encarnación y deseo, tal vez el reivindicar los márgenes culturales sea un sueño que languidece ante la catástrofe climática y el pensamiento posantropocéntrico. Sin embargo, toda reivindicación que no contemple el cuidado de esas minorías del pasado, minorías sin voz, es peor que una criminal estafa de Ponzi: es puro colaboracionismo con el exterminio de la memoria.
Fuente: PMideas (EL ALGORITMO Y LA ARQUITECTURA).