Imaginación Material del Agua: «El Agua y Los Sueños»

La Obra de Gastón Bachelard.

En la obra teórica de Gastón Bachelard sobre los estudios de la literatura universales particular, y de las artes en general, el autor hace una interpretación del significado de las imágenes poéticas desde el punto de vista de lo que en semiología se diferencia como imaginación formal e imaginación material. Para introducir esta teoría debemos partir de la base fenomenológica de la experiencia háptica, más que óptica, como origen del conocimiento subjetivo del ser humano; una teoría desarrollada principalmente por Merleau-Ponty en su obra “Fenomenología de la percepción”, y por Husserl. Según la teoría fenomenológica, el origen del conocimiento humano parte no tanto de la deducción científica, como de la experimentación a través de todos los sentidos, no sólo la vista.

Para el estudio que Gastón Bachelard hace de la imaginación material del agua en su obra “El agua y los sueños”, 1952, el autor distingue dos imaginaciones: una imaginación que alimenta la causa formal y una imaginación que alimenta la causa material o, más brevemente, la imaginación formal y la imaginación material. Además de las imágenes de la forma, evocadas tan a menudo por los filósofos de la imaginación, existen imágenes directas de la materia, imágenes que pertenecen a la raíz misma de la fuerza imaginante. Para que la obra de arte sea completa debe seducir por su belleza formal, pero al mismo tiempo debe ser coherente con el sentido material del que está compuesta, pues es ahí donde radica el peso y el corazón de las imágenes. De lo contrario muchas imágenes intentadas no tienen el efecto deseado en el espectador porque son simples juegos formales, porque no están verdaderamente adaptadas a la materia que deben adornar.

Por lo tanto, la doctrina filosófica de la imaginación debe antes de nada estudiar las relaciones de la causalidad material con la causalidad formal. Este problema sería común a todas las artes, incluyendo la poesía, ya que las imágenes literarias tienen también una materia. El estudio de Gaston Bachelard tiene la doble finalidad de determinar la sustancia de la imágenes poéticas y la adecuación de las formas a las materias fundamentales.

Lunas y Lluvia,  1980.  Juan Navarro Baldeweg

En su obra “El derecho de soñar”, veremos como este estudio se generaliza a otras artes como la escultura de Eduardo Chillida, o los grabados de Flocoon. Un estudio de la adecuación material al sentido psicológico de la obra de arte; como parte del significado de la obra de arte nos viene dado desde la experimentación del material mismo de la obra de arte.

En su obra “El psicoanálisis del fuego”, Gastón Bachelard propone distinguir una serie imágenes a propósito del elemento que las origina, esto es, fijar una ley de los cuatro elementos que clasifique las diversas imaginaciones materiales según se vinculen al fuego, al aire, al agua o a la tierra. No obstante, las filosofías primitivas hacían a menudo es este sentido una elección decisiva, asociando a sus principios formales uno de los cuatro elementos materiales fundamentales, que así se transformaron en marcas de temperamentos filosóficos.

Es compresible, por lo tanto, que pueda asociarse un tipo de ensoñaciones que rige las creencias, las pasiones, el ideal y la filosofía de toda un vida con un elemento material. Tiene sentido hablar de una estética del agua, de una psicología del fuego y aun de una moral del aire:

“Todos ellos elementos prodigan semejantes certidumbres ambivalentes. Sugieren confidencias secretas y muestran deslumbrantes imágenes. Los cuatro tienen sus fieles, o, más exactamente, cada uno de ellos es ya, profunda, materialmente, un sistema de fidelidad poética. Al cantarlos creemos ser fieles a una imagen favorita, y en realidad somos fieles a un sentimiento humano primitivo, a una realidad orgánica primera, a un temperamento onírico fundamental”.
Tormenta, 1986. Juan Navarro Baldeweg.

Para asimilar la diferencia entre la imaginación material y la imaginación formal, Gaston Bachelard nos pone un ejemplo clarificador:

«Una mano ociosa y acariciadora que recorre líneas bien hechas, que inspecciona un trabajo concluido , puede encantarse con una geometría fácil. Conduce a una filosofía de un filósofo que ve al obrero trabajar. En el reino de la estética, la visualización del trabajo concluido conduce naturalmente a la supremacía de la imaginación formal. Por el contrario, la mano trabajadora aprende la dinamogenia esencial de lo real al trabajar una materia que a la vez resiste y cede como una carne amante y rebelde. De esta experiencia del “obrador” comprende la psicología del inconsciente creador sobre las experiencias de la fluidez, de la maleabilidad».

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