CASA DE LA LLUVIA, Juan Navarro Baldeweg

“Cuando las cimas de nuestro cielo de reúnan, mi casa tendrá un techo”

El agua, como elemento fundamental en el que se apoya la imaginación material de Gastón Bachelard en “El agua y los sueños” (1957), es para Juan Navarro Baldeweg un instrumento para poner en relación su arquitectura con el entorno. Muchos proyectos utilizan la fuerza dinamizadora del movimiento del agua, o el reflejo de la arquitectura en cauces cercanos como mecanismo de composición.

Pero es en la Casa de la lluvia donde la imagen del tiempo detenido en medio de la tempestad cobra su más nítida imagen. El nombre de la casa cobra sentido en medio de la lluvia, y pone de manifiesto la activación de ésta con las sinergias externas. En campo de actuación de la casa va más allá de su solar de emplazamiento, está insertada en medio del paisaje, interconectada a las relaciones que se establecen entre las fuerzas de la naturaleza y el resto de elementos del paisaje. Esta percepción del exterior como espacio colonizado de campos de fuerza que activan los espacios interiores de la arquitectura, es una premisa que el arquitecto JNB expresa en todas sus obras, ya sea como arquitecto o como artista plástico.

El objetivo de la obra de JNB es, pues, manifestar las tramas energéticas en que el mundo se apoya para propulsarse, de donde brotan y se despliegan los aconteceres y en donde se intersectan expresivamente los contrarios. Mundo esencialmente continuo e imantado, al estar recorrido holísticamente por fuerzas telúricas que todo lo envuelven, anegando con ello toda posible individualidad.

La imagen de la casa de JNB en Liérganes es una imagen recordada, rememorada en los libros y la poesía por Gaston Bachelard. O quizás sea la imagen que tenía el autor desde la infancia asomado a la ventana de la casa familiar en medio de una tormenta de verano. Es ya tiempo detenido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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