Sede FUNDACIÓN VILLALAR

Concurso Arquitectura en Valladolid – PREMIO ACCESIT

El esquema TOPO-MORFOLÓGICO sobre el cual se desenvuelve el programa para la nueva sede de la Fundación Villalar, evoca connotaciones biológicas asociadas a la forma natural de desplegarse el programa alrededor del gran patio interior. Este organismo cuasi-biológico protege los distintos espacios interiores organizándolos alrededor de un espacio natural abierto, que se comunica a la vez con el espacio exterior circundante. Con ello, se crea un espacio introvertido, con su propio microclima, pero que conecta a la vez con el exterior, siempre a través de una actitud respetuosa con el pasado.

Este principio ORGÁNICO, se exterioriza en un volumen contundente, con una envolvente exterior, que a modo de piel regula la climatización interior. El cerramiento de “escamas” prefabricadas de GRC sirve como protección del exterior, así como para regular la interacción del interior con el espacio circundante.

En momentos puntuales desaparece esta piel para dejar paso a grandes huecos acristalados en el edificio, los “poros” de esta membrana protectora, que permiten tomar del exterior lo que el organismo necesita, luz, aire…etc

En el proceso de acomodación del organismo en el solar, esta piel exterior se rompe, se monta , se gira dando lugar a las grietas horizontales y verticales, que aparecen grabadas sobre esa piel como un lenguaje cifrado. Un lenguaje que deja constancia del proceso generador que ha experimentado el edificio, de su historia, al mismo tiempo que marca un ritmo y contribuye a la composición final de esa imagen externa. La cubierta, considerada como un alzado más, participa de la misma lógica compositiva.

Esos grandes huecos acristalados que recortan la piel, vuelca hacia el gran patio interior. Aquí es donde se ven la entrañas del organismo, sus órganos y cómo estos funcionan. La fachada se abre al patio a través de estos huecos, se hace ligera, frágil, transparente, llena de color… Deja ver, o al menos intuir, lo que ocurre en el interior del edificio, mostrando el nivel de actividad que este tiene en cada momento , al tiempo que permite, desde el interior , ver lo que ocurre fuera.

Si en la piel externa se pueden ver las grietas como muestra de lo ocurrido durante la adaptación del edificio al lugar, como signos que dejan constancia de un pasado, en el interior del patio se observa en todo momento el presente, la vida del edificio , a través de esos huecos abiertos.

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